Piezas mellizas de un puzle

Hidden Smiles


Hacía las pizzas como si fuesen para dos y les echaba orégano como si hiciera cuatro. Casi era capaz de escuchar el sonido de la masa al chamuscarse un poquito pero se mezclaba con el ruido de una guitarra en la habitación de al lado. Era su otro yo, casi su alter ego, la parte más serena de ella. Eran complementarios pero de verdad, de esos que los ves cogidos de la mano y parecen dos piezas mellizas de puzle, de esas que ya vienen unidas de fábrica y te sacan una sonrisa al encontrarlas. Ella adoraba la pizza y él, por supuesto, detestaba cualquier cosa sinónima de comida basura. Tan solo comía una o dos galletas cuando a ella se le daba por cocinar, que eran veces contadas. Cenaban por separado todos los días menos los sábados. Ella no soportaba el olor de las verduras y todas esas cosas raras que él engullía y por supuesto, el chico era incapaz de verla comer aquella comida tan poco saludable. Solía tocar la guitarra en aquellos momentos, cuando no comían juntos y acostumbraba a componer algo nuevo que le cantaba en el postre (café para él y colacao para ella). Nadie entendía como se soportaban mutuamente pero tampoco nadie se los podía imaginar por separado. Sería como un sol pintado de verde o un beso sin sonrisa después. Cenaban rápido, siempre, para que el otro no se molestara por la tardanza. Ella era una charlatana empedernida y él siempre se dedicaba a escuchar, a entenderla, a hacerla reír cuando abría la boca para añadir cualquier cosa porque gracia era lo que le sobraba. Los sábados a la noche jugaban a ser el otro y esa noche había preparado la pizza con todo su cariño, para él. Las verduras que se cocinaban a fuego lento para ser su cena ya no le parecían tan poco apetitosas cuando le ponían aquella cara de cariño que era tan suya. No tuvo que avisarlo para decirle que la cena estaba lista, apareció dos minutos antes para sacar la que sería la cena de la chica y servirla de aquella forma bonita que envidiarían muchos chefs. En las noches de sábado ella siempre estaba callada, le prestaba un la mitad de su corazón salvaje a su hombrecito y él se pasaba toda la noche hablando. Era los momentos en que más bonito se ponía, cuando se le subían los colores desde las mejillas hasta la punta de las orejas cuando ella le obligaba casi, con la mirada, a decir todo aquello que no se atrevía sin el pedacito de su corazón. Era la cosa más dulce cuando tomaba el último respiro con su mitad que le prestaba, le daba un beso de esquimal y se lo devolvía con la excusa de siempre, que aquellos trotes de latidos no estaban hechos para sus venas frágiles. Ella siempre se reía y le hacía posar su mano en su pecho, como si se lo devolviera de verdad. Era un chico sensible, casi hasta vergonzoso, que se le saltaban de nuevo los colores cuando ella se arrumaba en su pecho para oírlo cantar, sin guitarra, solamente su voz desparramándose por su oído.

-¿Me prometes una cosa? –lo dijo tan suavemente que le pareció que seguía cantando. Asintió con la cabeza, con los ojos cerrados y casi a punto de dormirse. Solía pasarle cuando él cantaba, cuando el calor de su cuerpo la abrazaba por completo, cuando sus caricias se deslizaban por cada centímetro de su cuerpo y él lo sabía. Aprovechaba aquellos momentos para decir las cosas que no se atrevía cuando ella estaba despierta-. Recuérdame que mañana te diga lo mucho que te quiero, que si te lo digo ahora luego vas a empezar a quejarte porque siempre me sincero en tus momentos de inconsciencia.

-Tranquilo, lo recordaré –sonrisa, beso de buenas noches y los dos a dormir en el sofá. También les solía pasar los sábados a la noche. 
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6 comentarios:

  1. Que tiernos ='(

    Me ha gustado mucho, son el alma gemela, o como tu has dicho su alter ego.

    Que pases buen día, un beso.

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  2. Me encanta tu blog y tus textos:) te sigo, un besito muy gordo

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  3. Es lógico que se amen, ya sabes eso de que los polos opuestos se atraen (y complementan)
    :)

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  4. Me alegro de que os haya gustado (ya que a mí no me gusta naaaaaaaaada)
    ¡Siempre siempre los polos opuestos son los mejores!
    ¡Beso!

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