El hielo que me congelaba no lo derretiría ni tus lágrimas, o eso creía



Y este frío que me hiela el alma y hasta la punta de cada uno de mis cabellos me hace tiritar y abrazarme las rodillas con fuerza, haciendo que me haga daño en los nudillos. Mis ojos lloran angustias del pasado, del presente y del futuro. Entre sollozos susurro tu nombre al viento, intentado que se lo lleve lejos de mí, pero siempre vuelve, siempre. Las flores marchitas se acumulan en el agua de mi bañera llena de agua helada, pero no pienso salir de aquí. Los pétalos acarician la piel de mi cuerpo intentando imitar inútilmente el suave roce de tus manos, pero es algo realmente imposible. Una y otra vez te he perdonado como una estúpida, un juego divertido he sido para ti, ¿verdad? ¡Qué bonito se siente ahora el frío por mi cuerpo, sintiendo como adormece cada parte de mi ser y sumiéndome en un estado apacible! Sí, echaba de menos esto, pero nunca imaginé que volvería a estar tan relajada tan cerca de la muerte. Me sumerjo lentamente mientras que los dientes me tiritan haciendo ruido y creando una tonta sonrisa en mi rostro. En mi mente aparece tu cara, tus ojos, tu pelo, tu olor, tus palabras que me dedicabas, pero solamente aquellas que eran bonitas; de esas que sabías que se me encogía el corazón al leerlas y me daban ganas de darte abrazos. Sí, de abrazarte con tanta fuerza que me doliesen los brazos y el pecho al apretujarme contra ti, de darte un beso o de decirte cualquier tontería de esas que a ti te pintaban una sonrisa en la cara y a mí me sacaban los colores. En efecto, esas son las penas del pasado y las del futuro ya las dejé de pensar. El mañana se termina hoy mismo. El agua ya cubre mi cabeza y me atrevo a abrir los ojos bajo el agua, viendo los destellos de los pétalos de colores sobre mí. Necesito ser valiente, unos segundos y no habrá ya más problemas. Me llega el sonido apagado de tus puños golpeado la puerta del baño. Diantres, se me había olvidado quitarte las llaves de mi casa la noche anterior. Tampoco es que importe mucho ya. Me escuecen los pulmones y el sonido atronador de mi corazón palpita en mis oídos, pero sólo un poco más, diez segundos. Cuando ya la luz de mis ojos se va haciendo más tenue, la puerta se abre y sabes perfectamente lo que ha sucedido. Me sacas del agua y una sensación de mareo insoportable sustituye a la pasmosa calma en la que me había sumido y empezaba a disfrutar. Gritas cosas que no tienen sentido, que impactan contra mis oídos y entran como un torrente que me hace doler la cabeza. Intento balbucear un suéltame o algo parecido, pero las lágrimas de tus ojos me hieren aún más que todo el dolor que soporta mi cuerpo. Dices que soy una egoísta y que no entiendes por que hago una cosa así. Dices que me quieres y que siempre lo harás, pero has vuelto a fallar. Tu camisa huele a perfume de mujer, un olor fuerte y penetrante muy diferente del de esencia de flores que me regalaste hace unos meses. ¿Y tú me preguntas por qué hago esto? Primero quiero que me expliques porque eres tan jodidamente cautivador y te acabo perdonando siempre, después te explicaré mis motivos.

PD: Me llamo Wint, de winter, o por lo menos así era después de salir de la bañera. Espero tener otro pequeño momento para contarte que sucedió después.

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6 comentarios:

  1. ¿por qué siempre perdonamos por sobre de todo? (incluso sabiendo que no deberías hacerlo).

    ag! eso me da una rabia..

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  2. premio! :) pasate por mi blog! ^^

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  3. Y así todo se queda en un balbuceo.
    Un canto de ballena. =)

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  4. Demasiado real... Una oda a tu talento.

    Besos :)

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  5. Seguramente también escriba el punto de vista del chico, para conocer mejor las cosas caras de la moneda; pero antes terminaré algunas cosillas ;)

    ¡Gracias a todos! :)

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