Dime que el amor resiste el frío



Mil y una tormetas sobre estas ruinas

El frío que se respira en este baño escarcha mi corazón y mis pulmones. Quiero dejar de sentir la calidez de tus brazos y sumirme en mi paz interior, en la que tú no existes o por lo menos, estás guardado bajo cien candados. Que ese olor de colonia barata de mujer deje de quemarme la nariz y de hacer sollozar a mi garganta; pero es que sigo sin aprender y me sigue gustando sentir la fuerza de tus brazos en mi espalda, apretándome contra tu pecho y terminando por arrancarme todos los males de encima; aunque sólo sea por unas horas, unos instantes. Ya te he dicho, Aleksi (o como mínimo lo he pensado, que ya sabes que en este estado ya no sé lo que es real y que no lo es), que quiero que me explique porqué diantres te acabo perdonando siempre, ¡¿cuál es el jodido botón que has pulsado en mi alma para que siempre termine por olvidar todo lo que haces?!
Me acaricias la cara y haces que te mire a los ojos, fijamente. Quiero apartar mis ojos de los tuyos, pero solamente soy capaz de hacerlo cuando sigo el camino invisible que recorren tus lágrimas por tu mejilla. Me separas de tu abrazo infiel, posas tus manos en mis hombros y me miras de arriba abajo por un instante. Estoy pálida, fría, con el pelo enredado, encogida de frío y de pena; mi mirada perdida reflejada en la tuya me da miedo y un escalofrío recorre mi espalda.
-¿Por qué toda esta mierda? –dices y el sonido repentino de tu voz me hace daño en los oídos y hasta en las mismísimas entrañas.
-¿Por qué tu afición por las mujeres? ¿Por qué ese olor a colonia barata para féminas en tu piel? ¿Por qué me continúas haciendo esto? ¿Por qué nos haces esto a ambos? ¿Por qué, por qué, por qué? –digo de carrerilla sin apenas creerme que haya sido capaz de decir tantas cosas seguidas.
-Lo único que sé, Wint, es que te quiero con todo el dolor mi alma y por mucho que te jure y perjure que hace meses que no estoy con una mujer; no me creerás, que me lo merezco por malnacido, pero no permitiré que las cosas sigan así. Arriba –me ordenas, intentando reprimir las emociones que amenazan con desbordarte.
-No quiero –susurro acurrucándome en el suelo haciendo toda la fuerza que me queda. Quiero sentir el frío lo más adentro posible, que me calme.
Un sonido devastador, es tu garganta desgarrándose de dolor. Golpes, tus puños contra los azulejos. Tres gotas cortan el aire, tu sangre. Un murmullo agudo continuo, tu cuerpo escurriéndose por la pared. Sollozos, tu alma rota en mil pedazos.
-Mándame una carta con destino a mi corazón cuando decidas quererme un poco más, Aleksi.
Respiras, suspiro. Silencio, nuestras miradas unidas.
Compartir:     Facebook Twitter

2 comentarios:

¡No muerdo, comenta!