Las palabras bonitas no duelen, o eso es lo que yo pensaba



¿Te acuerdas de estas palabras? Por supuesto, ¡cómo olvidarlas! Fue mi particular regalo de aniversario, una locura de adolescentes que ahora me está pasando factura. ¿Por qué me duele tanto hoy, por qué me arde la muñeca? Mañana, justamente mañana, vuelve a ser nuestro aniversario. Que con sólo mirar estas letras, aquellas que acariciaste con tus dedos con el mayor mimo que había conocido en ti cuando te enseñé el tatuaje, se me saltan las lágrimas. Te dije que era para llevar un pequeño trocito tuyo siempre conmigo, que fuera inseparable de mí. Recuerdo que habías dicho que era precioso y que tu cariño estaría en mi piel de por vida. ¡Ilusa de mí, joder! Incluso te preocupaste por si me había dolido mucho y te dije que no, que las palabras bonitas nunca duelen. Te encargabas de echarme todos los potingues que me había recomendado el tatuador, que ya sabes como odiaba yo esas cosas tan pringosas.
Y pensar que ahora no sé donde estás, que so estás bien o tan desamparado como yo. Aleksi, por lo que más quieras, da señales de vida –suplica mi mente, en vano-. Tantas veces he soñado con que sonara el teléfono que ahora, cuando lo vuelvo a escuchar ya dudo de si es real o no. Pero me doy cuenta de que es tan real como la vida misma cuando veo las luces del teléfono. Y ya van tres tonos y la paciencia no es una virtud que posees. Me tiro hacia el teléfono, sin pensarlo si quiera.

-¡Aleksi! –grito, pero al otro lado de la línea no contesta nadie, aunque la llamada sigue avanzando. Se escucha un leve suspiro y la persona empieza a hablar.

-Sólo… Sólo quería asegurarme de que estabas bien, no te molesto más. Adiós, Wint…

Se me congeló todo. El cerebro, los brazos, las manos y las piernas. No podía terminar tan pronto la conversación. ¡NO!

-Aleksi, por favor… -no quiero llorar, no mostrarte aquel sentimiento de debilidad pero es que me es inevitable-. Vuelve a casa, te lo suplico. Una noche, una hora, ¡un minuto! Deja que pueda abrazarte de nuevo.

-Es mejor así, menos doloroso –oigo tu voz y sé que aún estás más jodido que yo. Nunca había escuchado ese tono tan reprimido y que avisaba de que tu garganta iba a estallar en sollozos de un momento a otro.

-Sabes que no es cierto –te reprocho, ¿por qué aguantar todo este sufrimiento si ninguno de los dos lo desea?

-Lo sé, pero será lo mejor para ambos. O eso espero…

Y se corta la línea telefónica, llevándose tus lágrimas y las mías. Siempre me he preguntado si habría otra persona escuchando desde algún sitio, todas las conversaciones de la gente. Si es así, acaba de escuchar el te quiero más doloroso y triste jamás pronunciado.
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6 comentarios:

  1. me EN-CAN-TA !!

    por un momento he sentido que era wint y he deseado con todas mis fuerzas que volviese aleski.
    espero que vuelva prontito!!

    besos!

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  2. si de verdad hay alguien escuchando ahí en las línias telefonicas, sería muy.. (no encuentro la palabra) solo llanto.

    pd, las palabras bonitas pueden doler más que las feas, la hermosura entra por el corazón de golpe, sin dañar pero cogiendo carrerilla.

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  3. Si alguien estaba escuchando, creo que se pondría a llorar igual que Wint.

    A ver como termianan estos dos :(

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  4. uh, ¿por que el final nunca se pinta bien?

    Un beso y te sigo :)


    pd: las malas del cuento siempre han sido
    mis favoritas (A)

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  5. Has hecho que llorara como Wint, de verdad.
    Impresionante! Me ha encantado *.*

    Espero que consigas cumplir tu sueño de ser escritora que tenias cuando eras pequeña.

    Maria.

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  6. Las Malas del Cuento siempre dan mucho que hablar,¿eh, Christine? jajaja :)

    Muchas gracias, María :D Pero el llegar a ser escritora está muuuuy lejos, ¡pero no desistiré! Y me alegro que te haya gustado, aunque al final hayas terminado por llorar jajaja.

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