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Uno de los últimos pensamientos que tuve ayer antes de dormirme fue que estaba super contenta de conservar a mi grupo de amigas de toda la vida. Hemos sobrevivido al colegio, instituto y universidad. Y puede que no seamos como antes (por que todas hemos cambiado) y no nos vemos ni un cuarto de la mitad de lo que lo hacíamos antes pero me agrada, me encanta y me enamora el poder quedar una noche y reírnos como nunca, como si no hubiese pasado el tiempo.
Las mismas tonterías, las mismas anécdotas que permanecen impasibles al paso del tiempo porque siempre nos sacan una carcajada (o dos).

Y eso es algo genial. Y deberíamos vernos más, aunque siempre lo digamos y nunca lo hagamos. 
Y que os quiero. 
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