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Sus miradas se quedaron enredadas en el breve tiempo en el que se clavaron sus pupilas, el uno al otro. Sin duda solo fue cosa de un segundo pero también fue más que suficiente. 
No se sonrieron con las mejillas pero si con el rabillo del ojo, un poco como la Mona Lisa. 

No les dio tiempo a mucho más porque en el mismo instante en el que sus ojos se encontraron saltaron chispas, hubo un cortocircuito en el aire que los rodeaba y desviaron la mirada antes de que se les despertasen las mariposas del estómago. Que eso sí que iba a ser un problema. 
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