Dirty Rich

-¿Alguna vez te han dicho lo bien que sabes? –le pregunta mientras sus labios se pierden por su cuello.

-Debes de ser el tercero que me lo dice en esta noche –le susurra Elle al oído.

El chico sonríe y junta sus labios con los de Elle con hirviente pasión. Ella enreda sus manos en el pelo del chico a medida que se funden en un lujurioso abrazo.

-Me gusta el roce de tu piel contra la mía, la forma en la que tus labios persiguen los míos y sentir tus manos en una devoradora caricia. Me asustan esas manos expertas y desearía matar a aquel que te ha enseñado esa tortura para mi cuerpo; pero lo que más rabia me produce es que para ti sólo seré un número más de tu lista.

-No es nada que no me hayan dicho nunca y sí, espero que seas otro más de la noche –le sonríe guiñándole un ojo y sus labios de color carmín se deslizan silenciosamente por su pecho convirtiéndose en una acalorada caricia.

-¿Pero sabes que es lo mejor de todo? Esos que ocupan tu lista de hoy, la de ayer y la de mañana no son más que meros camareros de la fiesta de tu decimoctavo cumpleaños; mientras que yo seré el único de tu lista que te haga el amor, no como esos bastardos.

-¿Crees que eso me importa lo más mínimo? –le reprocha-. Todos los hombres sois unos cerdos.

-Todos no, Elle. Sé que alguien en algún momento del camino te ha hecho daño, pero yo puedo remediarlo.

La besa con una mezcla de pasión y ternura y la cubre con su chaqueta finalmente mientras que le guiña un ojo de forma seductora, lo que hace que Elle se sonroje y se ría.

-Después de todo sigo siendo el único que te hace sonrojar –se ríe-. Llámame cuando quieras, Elle –le dice mientras se va.

-Lo haré, Dante-alias-futuro-número-uno –dice riéndose-. Me pregunto el por qué de que nunca hayas acabado lo que empezaste en mi decimosexto cumpleaños.

-Me encanta dejarte con las ganas, pequeña ricachona. Los morritos que me pones cuando hay algo que tu sucio dinero no puede obtener me vuelve loco –casi ronronea y Elle le dedica una de aquellas caras-. Digas lo que digas sé que te mueres por mis huesos.

-Sueñas, Dante –se ríe suavemente.

-Te equivocas, Elle, tú eres la que sueñas y soñarás todas las noches conmigo –se despide con la mano y le manda un beso por el aire-. Recuerda que nadie sabe nada de nuestros encuentros, ya sabes, me gusta conquistarte mientras que tus ojos sólo miran a los míos.

-¡Y tú recuerda que mañana tenemos que hacer el trabajo de Lengua! –le grita cuando sale de la habitación.

-Oh, por supuesto, el maravilloso trabajo de Lengua –le contesta con tono seductor cuando lo ve perderse de vista por el pasillo.