Have you ever felt París in your hands?







París, mediados del siglo XIX.


No hay esquina en París donde el nombre de Lilian no esté en la boca. Todo el mundo habla de ella, de sus magníficas actuaciones en el Boulevard y sobre todo de su espléndida belleza, comparada muchas veces con la de la propia Afrodita.


Lilian sabe el poder que tiene en la emergente París y no duda en utilizarlo para lo que le venga en gana. Podemos verla ahora paseando por la Rue des Boulevards de camino al Café Venise. Todo el mundo se para y mira sus andares y ella no puede evitar sonreír. Le encanta la sensación de tener París en sus manos, ser de las personas más importantes; incluso que más que algunos burgueses.


Con la mirada por encima de los hombres de todo el café, entra y se sienta en la mesa que tiene reservada especialmente para ella, al final de la sala y con sofás de terciopelo rojo. Se quita suavemente el abrigo de piel y lo deja reposar a su lado. No hace falta que pida nada, el camarero sabe lo que tiene que traer.


Al cabo de unos segundos sobre la mesa de Lilian descansan una copa de Brandy y varios cigarros de calidad. Se dedica a observar a la gente y cuando logra captar la mirada de algún parroquiano la sostiene durante unos segundos, retándole con la mirada. Ninguno de ellos resiste más de un segundo y Lilian acaba sonriendo triunfante.


Rompiendo la monotonía de todos los días, un apuesto joven parece dirigirse hacia su posición. Trae un traje de chaqueta negro con un chaleco gris por debajo. Casi puede asegurar que su camisa blanca es de seda, pero antes de seguir analizándolo clava sus ojos en él. A diferencia que todos los demás, el no baja la mirada. Un incómodo silencio se produce en todo el café cuando se sienta frente a Lilian. La gente intenta disimular hablando ahora de cosas triviales, pero todos están atentos a su respuesta.


Lilian le fulmina con la mirada pero el joven ni se inmuta. Lleva su pelo castaño recogido en una coleta atada con un lazo de seda negro. Sus ojos grises la siguen observando con un reflejo de perversa diversión.


-Usted no debería estar aquí –dice con la mayor calma que le es posible.



Nadie había logrado acercarse tanto hasta ella en mucho tiempo. Nunca dejaba acercársele a nadie.



-Tú deberías dejar de fumar –dice fijándose en el cigarro que sostiene ella.


La cara de Lilian se tuerce en una pequeña mueca. ¿La estaba tuteando?


-Bajo ningún concepto le permito que me tutee –le amenazó-. ¿Quién demonios es usted?



-Adrien Bonnet –dice sin más y se levanta de la silla-. Te espero donde solíamos quedar y a la misma hora. Buenas noches, Lady Lily Anne.


Le manda un beso por el aire y luego ve como se aleja de ella rápidamente, pero no puede hacer nada para salir corriendo detrás de él. Lleva toda la vida esperando aquel momento, poder verle aunque sea por un solo instante; pero sus piernas no son capaces de moverse y se ve cayendo sentada en el sofá. Su cara está blanca como la cal y algunas personas se acercan a ayudarla, pero las frena con una sola mirada.


Desesperada, mira la hora en su reloj de mano. Faltan tres minutos para las ocho y esa es a la hora a la que quedaban siempre. Se bebe de un trago todo el Brandy que le queda y sale corriendo hacia La Tour Eiffel. Si llega un minuto tarde, él se irá.


Tiene que llegar allí o volverá a enloquecer si él vuelve a desaparecer y no podría soportarlo de nuevo.

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5 comentarios:

  1. por lo visto, no le basto ser mas bella que afrodita; ya que ni con toda su belleza se pudo defenter de aquel enorme miedo.

    suerte!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Dentro de una cuantas actualizaciones volveremos a saber algo de ella, porque os iré presentando poco a poco a mis traviesos :)

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  4. Ya hace más de 3 minutos que salió corriendo...

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