Se venden corazón roto y alma desgastada

Pensé que estas cosas no me afectaban a mí, pero estaba muy equivocada. Me tenías tan acostumbrada a tus brazos que ahora me duele el pecho y hasta cada lunar de mi cuerpo cuando pienso que ya no me volverás a rodear otra vez. Siempre te decía que el amor era cosa de tontos, que sólo los más ilusos se acababan enamorando de otra persona. Tú negabas con la cabeza y te negabas a discutir conmigo de nuevo la existencia o no del amor. Eras la única persona que se dignaba a hablarme en mis noches vacías de sentimiento y llenas de hombres con hambre de sexo. Venías cada jueves a las tres menos tres minutos y me mirabas fijamente durante unos segundos antes de sonreír. Decías que era muy joven para estar metida en aquel lugar, pero sabías perfectamente que sólo me llevabas seis años; pero estaba realmente claro que me llevabas siglos de madurez. A mí me gustaba aquello, a mis dieciocho años no veía mal trabajar en un bar de mayores de edad. Me invitabas a una ronda de Tequila y luego me preguntabas muy bajito al oído lo que deseaba hacer aquella noche. A veces quería fundirme contigo en la unión más pasional y carnal que existe pero otras veces quería pasarme toda la noche llorando en tu hombro cuando ellos me exigían en sobremanera. Estabas ahí para cualquiera de las dos cosas y nunca protestabas por mi elección, en ningún momento te vi perder la sonrisa. Dioses, recuerdo el sabor de tu piel, el olor a sexo impregnando la habitación haciendo que perdiese el control, tu abrazo final y tu beso en la frente antes de repetirme como cada jueves que debería marcharme de allí. El jueves que faltaste a tu cita me hundí y no he vuelto a ser la misma desde entonces. El nombre de Éléonore no suena bonito en labios de otras personas y cuando te reías diciendo que era como una niña pequeña y me llamabas Nore, ahora me hace llorar ahora en vez de reír. Nunca pensé que te quisiera tanto y no me atrevo a llamarle amor a esto que siento en mi interior. Mi alma se desgasta cada día más con los sollozos que se extienden en el silencio de mi habitación rogando por ti. Cuarenta y dos días después de que desaparecieras de mi vida me han echado del bar y ahora me voy de paseo con mi botella de Tequila por las calles más sucias de la ciudad. Me siento en el bordillo a la espera de que cualquier rata salga de la alcantarilla y se digne a ser mi amiga, pero hasta ellas me rehúyen. Cuando la botella ya está mediada y me arde la garganta cuando le doy otro trago, alguien aparece delante de mí y me mira fijamente. Rezo porque sea cualquier demente con una pistola y que acabe con esta mierda que empezó hace más de un mes. El extraño se agacha para intentar mirarme a los ojos, pero yo estoy más ocupada mirando el asfalto de la calle. Que acabe cuanto antes, sea lo que sea que quiera hacerme.

-Pégame hasta que pierda la consciencia –dices y levanto la vista lentamente, creo que estoy borracha del todo y creo verte-. No tengo ninguna excusa para intentar rogar tu perdón.

-¿Dónde has estado?-pregunto con una ligera sonrisa.

-Amándote, escondido en mi habitación como un idiota.

-El amor no existe –repito y sonrío.

-¡Por que tú lo digas! –intentas reírte pero los nervios te traicionan-. Dame una segunda oportunidad y empezaré por enseñarte que es el cariño, luego ya vendrá el amor. ¿Qué me dices?
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5 comentarios:

  1. El amor no existe, se crea con ayuda de alguien que tenga cariño y ganas :)

    Una pesadilla amorosa(;

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  2. Pues espero que ella lediga que sí. No es bueno convencerse de que el amor no existe solo para prtegerse. Además, es mentirse a sí mimso. Y solo porque tú creas que no existe no quiere decir que no exista, así que te derribará igualmente.

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  3. Espero que él sepa cómo tirar abajo esa barricada en la que ella se esconde.

    ¡Muaa!

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  4. "¿que hace el amor, que nos vuelve tan estúpidos?"

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