Se sentó en el portal lazando sus huesos contra el frío suelo, sin emitir queja alguna y reposando su espalda contra la pared de piedra. Apoyó los codos contra sus rodillas, con sus largas piernas semiabiertas y un cigarro entre el dedo índice y corazón de la mano derecha. Tenía actitud aburrida pero serena, de quién ya lo ha visto todo y nada le sorprende.


Dio una calada a su pitillo, deslizando su pelo negro y corto hacia atrás con el movimiento de su cabeza, y en concreto de su boca, hacia aquella droga. Con sed, con ansia. Fumaba de una manera seductora, encogiendo ligeramente los mofletes hacia dentro al aspirar el aire y seguidamente acariciaba con sus labios la parte más oscura del cigarrillo cuando lo apartaba de su boca. Con lentitud, aún deleitado.
El aire contaminado salía libre de su boca pero sin que él hiciese ningún esfuerzo, simplemente manaba, como lo hace vapor del agua caliente. 


No se a ti pero a mí me dieron ganas de comérmelo. Enterito. En aquellos dos o tres segundos como máximo que lo vi. Con mordiscos grandes. 
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