Puta Hylekia


Y mejor, la verdad, porque no sé qué hubiese pasado si hubiese estado más receptiva y un poco alejados de la sociedad. Como me la tiraría, joder, salvajemente. Pero por favor, que se vayan estos pensamientos de mi mente, no tiene cavidad, ni la más mínima. Theron, que la han besado en medio de la Peatonal y te ha partido la cara, tendrás suerte si no te viene a detener la policía. Ciertamente, quizás ahora ya me haya consagrado oficialmente como un perturbado sexual o algo así. Como lo había jodido todo, así, en menos de dos horas.

Suspiro, enfadado, molesto conmigo mismo. Soy un imbécil, grande, como una catedral, el gilipollas en el mundo de los idiotas. Lo peor de todo es que quería volver a sentir aquella sensación de libertad, de sentirme bien conmigo mismo, de hacer cualquier cosa que quisiera sin importarme el qué pasará o pensarán. Y la única manera de conseguir aquello eran las drogas pero no tenía ni un pavo. Ni un euro. Cero. Asco absoluto. Estaría bien buscarme un trabajillo, clases particulares o algo así que no necesite mucho cerebro ni interés y que me diese unos ingresos. ¡Clases particulares! Qué chiste. Yo, que no tengo ni la más remota de idea de nada salvo de dibujar. Dibujar. ¿Pero quién querría mandar a su hijo con un loco como yo? Pero aquella sensación, me sentía realmente bien. De todas formas, cada dos meses tenía una paga extraordinaria del estado pero solía dejarme ese dinero en cds que estaba bien, mejor que gastarlo en droga.

Me llevo las manos a la cabeza, era realmente un yonki, uno de verdad, ya con el mono y toda la mierda. De todas formas, tenía muchos problemas antes que solucionar. Intentar pedirle perdón a Hylekia, de la forma que fuese y quizás, con un poco de suerte, no le he arruinado su vida. Vuelvo a suspirar, más pesarosamente y decido ir a darme un paseo, intentando convencerme de que tendría que hablar con ella, decir algo, aunque solo fuese un perdón, rápido, bajo e irme corriendo. ¿Pero dónde la iba a encontrar? No tenemos clase por la tarde y no soy un psicópata de estos que se dedican a espiar a la gente y saber qué hacen y dónde están en cada momento del día. De todas formas, es viernes y la gente joven, normal, social y común suele ir al centro comercial, a dar un paseo y a tomar algo con los amigos.

Sí, claro. Y mi plan es llegar allí, plantarme delante de todo el grupo de amigos de Hylekia y, aún por encima, intentar mantener una conversación con ella. Yo flipo o todavía me sigue haciendo efecto la droga. Si es que solo necesito un empujoncito, un chasquido de dedos que me haga espabilar y poder relacionarme. Y esa chispita se llama alcohol, sin duda. Bajo a la cocina, que está abierta como siempre pero Ana Elle no se encuentra allí. Joder, ya parece que el mundo se ha puesto de acuerdo en que me vaya por el mal camino. Empiezo a abrir y cerrar los armarios con rapidez pero intentando no hacer mucho ruido pero por allí no hay nada, miles de paquetes de cereales y galletas, leche, lechugas, patatas y un largo etc de comida. A ver, tampoco sé muy bien que esperaba encontrarme, es una casa de acogida de niños no un pub, pero no sé, a veces se utiliza en la cocina un poco de vino, aguardiente o… tequila. Allí, detrás de un par de lata de galletas y turrones hay una botella sin abrir con una etiqueta que reza tequila de la mejor calidad Mexicana. Por las cosas que había a su alrededor seguramente que se tratase de una cesta de Navidad pero del año de la polka, puesto que los turrones llevaban caducados ya tres años. Madre mía, si viese aquello Elena le daría la mala.

Sin pensármelo, cojo la botella y me la meto debajo del brazo, por dentro de la chaqueta. Echo un vistazo por la cocina, en busca de un botellín de plástico porque ya era demasiado exagerado ir con la botella de cristal por la calle. Abro la nevera y encuentro un par de botellas de agua, me agencio una, bebo un trago y lo demás lo tiro por el fregadero. Subo con rapidez a mi habitación, a proceder al traspaso de los líquidos y, con aquella textura transparente y cristalina del tequila cualquiera diría que es agua. Bien, Theron, bien. Le meto un trago a la botella de cristal, que está mediada, tras haber rellenado la otra botella, cojo el mp3 y me echo a andar hacia el centro comercial, no sin antes volver a dar un largo trago a aquella bebida que me quemaba en la garganta antes de salir por el umbral de la puerta.

Estoy loco, como una cabra (borracha), lo que hace que todo sea un poco peor y un poco más patético. Tener que hacer aquello porque no era capaz de hablar con nadie a la cara. Pero joder, no estaba lo suficientemente borracho, no me entraba en la cabeza la idea de plantarme delante de Hylekia y decirle lo que fuese. Agh, que asco todo. Aún así, a medida que he ido llegando hasta el centro comercial me he ido poniendo un poco más contento –por eso de que debe de ser la tercera o cuarta vez que pruebo el alcohol y esta vez en cantidades-. Subo por las escaleras mecánicas hasta la última planta, donde estaban los bares y estoy tranquilo, al menos así me veo yo no sé cómo me verán los demás. Me fijo en mi reflejo al pasar por un espejo, creo que ando recto, no hago las eses muy exageradas. No me ubico muy bien en aquel sitio, había estado muy pocas veces y el carácter laberíntico de estos sitios no ayudaba en nada. Exasperado, sigo bebiendo y me doy cuenta de que ya se ha acabado la botellita, lo que viene a significar que me he bajado media botella de tequila en menos de media hora. Un borracho, un jodido borracho, yonki y loco es lo que estoy hecho.

Y entonces es cuando la veo, de lejos, con la melena pelirroja destacando entre un grupo de amigos que se sientan en una mesa grande de un bar. Se está riendo y con más gente, al menos parece que no la han dejado de lado por ser una apestada a la que habían dejado de lado por haber sido besada por Theron el raro. Parecía que las chicas estaban cotilleando sobre algo, puesto que estaban todas echadas hacia delante, con las cabezas juntas mientras que ellos hablaban un poco más alejados, sim prestarle atención a ellas. Respiro hondo y se me pinta una sonrisa en la cara, sin saberlo, una sonrisa bonita, por cierto.
Ando decidido hacia allí, con paso firme, sin trastabillar y me ven todos ellos –los que están de espaldas se giran rápidamente, seguramente, después del comentario de “daros la vuelta  con  disimulo, Theron está ahí-. Me quedo a unos pasos por detrás de las sillas donde se encuentran sentados y con un chasquido de dedos señalo a la pelirroja con una sonrisa de medio lado. Todos se quedan anonadados, sin saber si echarse a reír, llorar o pegarme una paliza.

-¿Pero quién coño te crees?- dice uno de los chicos, que está sentado justo al lado de Hylekia-. No la vuelvas a tratar como si fuese un perro –continúa, enfadado pero antes de que pueda decir algo más, Hylekia lo interrumpe poniendo una mano sobre la suya, encima de la rodilla del chico.

-¿Qué quieres, Theron? –pregunta ella, un poco más calmada pero con tono hastiado.

Todos miran a Hylekia, como si fuese una boba por preguntarle algo a aquel chico raro pero más sorprendidos se quedan cuando me escuchan a mí contestar.

-Hablar contigo un momento –agradezo que las palabras salgan claras y no se me trabe la lengua, a decir verdad, hablo con más confianza de la que me esperaba-. Y dile al chuloputas ese que relaje los humos, no vaya a ser que le tenga que partir la cara –y lo digo tan pancho, sin reconocerme y tampoco tengo muy claro por qué le he dicho eso.

Al chico se le suben los colores a la cara, el tipo raro del instituto le está insultando como si nada pero antes de que se levante y arremeta contra mí con una botella o algo, Hylekia es más rápida y lo sujeta, pidiéndole que se calme. Me mira, confundida y enfadada, pero termina por acercarse a mí, cruzándose de brazos y esperando a que hablase.

-Deberías ser más educado, así no vas a conseguir nada de lo que haya venido a pedir –me dice, con un tono de voz seco.

-Quién sabe –le sonrío y comienzo a andar hacia una esquina un poco más alejada, fuera del ángulo de visión de sus amiguitos.

Ella me sigue, a regañadientes, sin descruzar los brazos y con el mismo enfado, de morros. Se planta frente a mí, sin decir nada, esperando a que yo fuese el que hablara. Al fin y al cabo, era yo el que había venido a hablar. O eso pensaba hasta que, tras asegurarse de que desde allí no podía vernos nadie, se haya saltado hacia mí con un mirada lujuriosa que encendería a cualquier hombre. Y se ha lanzado hacia mí casi literalmente, le saco más de una cabeza y media y está de puntillas y estirada mientras me besa apasionadamente. En verdad, yo más diría que me está comiendo la boca, literalmente. Me he quedado totalmente sorprendido, he tardado un largo segundo en darme cuenta de lo que estaba pasando y otro segundo más en continuar con aquel beso. Jodida Hylekia, estaba más loca que yo incluso. Y es que se pega a mí a más no poder, siento sus huesos contra mi cuerpo, sus pechos en mi vientre y me vuelve loco. Hoy no es por ninguna droga efecto viagra, me la quiero tirar, allí y ahora. Joder.

-Tequila… -dice, acariciando su labio inferior, saboreando lo que quedaba de mis labios en los suyos-. Y, estás perdonado pero la bofetada te la has llevado por no haberme dejado un bolígrafo en clase, idiota.

Dice sin más y se va, de vuelta con sus amigos, yo apoyado en la pared, con la polla como una piedra, con su calor pegado a mi cuerpo y su sabor en mi boca. Jodida Hylekia. 
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