7/365

Hay momentos en los que me come la tristeza, de un bocado, sin darme cuenta. Estoy tan tranquila y luego... ¡pum! Es un tropiezo, caer a un vacío abismal, oscuro, muy oscuro. Y veo en tercera persona como caigo como un castillo de naipes, desordenadamente y sin remedio. 
La caída me deja sin respiración, con la mirada perdida y dolor en la vida, en el alma, entre las costillas. Se queda ahí un ratito hasta que consigo tomar una bocanada de aire, un resquicio de vida, un poco de esperanza y una pizca de ilusión.

Pero volverá a por mí, al fin y al cabo soy su comida favorita. 
Compartir:     Facebook Twitter

0 comentarios:

Publicar un comentario

¡No muerdo, comenta!