17/365

Le encantaban las estaciones, tan llenas de gente, de emociones, de prisas, de idas y venidas. Eran geniales. Solía sentarse en un banco y embeberse de todas las sensaciones que aquellas personas tenían a flor de piel y llegaban hasta él en forma de pequeñas vibraciones de placer. Le gustaba la mezcla de sensaciones de la gente, nerviosos porque alguien especial estaba a punto de llegar y luego felices cuando se fundían en un abrazo y un beso lleno de cariño, siendo una bomba de sentimientos. Pero también había gente triste que le llevaba al otro extremo, esos abrazos alargados hasta el infinito cuando ese alguien se iba lejos, se vuelve a ir lejos y te deja roto en añicos, vacío. El equilibrio en las estaciones era perfecto y lo hacía sentirse humano, un poquito más parecido a todos aquellos que le rodeaban.


Había olvidado lo que era tener aquellas emociones por sí mismo, lo que era sentir cariño o amor hacia una persona, los únicos sentimientos que le habían permitido tener era odio y rencor. ¿Bonito, eh? Su vida se basaba en un envenenamiento continuo, un círculo vicioso del que era muy difícil salir si no fuese por la ayuda de esas emociones que les cogía prestado a los humanos. Y a veces ni siquiera eran suficientes y se sentía tan podrido como siempre. Tan solo. Tan incomprendido. Tan diferente. Tan solo quería un poco de vida lo que fuese una vida normal, aunque solo fuese un día de su vida; poder sentir y dar todo aquello que en algún momento estuvo en su interior pero que se lo arrebataron con ferocidad. 

Este es un trocito de una historia que acabo de comenzar en wattpad. Si quieres seguir leyendo corre y haz click #Empire 
Compartir:     Facebook Twitter

0 comentarios:

Publicar un comentario

¡No muerdo, comenta!