Tiene un rinconcito de su corazón lleno de amor, está allí guardado porque no ha encontrado a nadie a quién dárselo y tiene unas ganas desesperadas de regalárselo a alguien.
Tiene miedo de que caduce -¿a caso no se existe el amor marchito, podrido, quemado?- mucho miedo. De que esté ahí guardado y que cuando lo quiera dar ya no valga. O no funcione -¿a caso no se puede estropear el amor y que deje de funcionar?- o peor aún, que sea ella la que esté averiada.
Eso es lo que más le preocupa, que aunque tenga ese huequecito lleno de mimos no encuentre realmente a alguien a quien dárselos, como un volcán en erupción. Una riada cándida de arrumacos.
0 comentarios:
Publicar un comentario
¡No muerdo, comenta!