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-Hola, perdona ¿tienes fuego?

La chica se puso a buscar entre sus bolsillos, palpando su chaqueta, abriendo y cerrando las cremalleras. Luego le dirigió una mirada y una sonrisa de perdón al chico que la esperaba agachado, con sus ojos clavados en ella. Cogió su pequeño bolso y siguió buscando cuando finalmente comenzó a reírse.

-En realidad no fumo y no tengo ningún mechero. Tan solo estaba haciendo tiempo y hacer que te quedases un ratito más, ahí plantado, mirándome. Es raro pero es una sensación agradable y lo cierto es que también pareces bonito. Por fuera y por dentro, me refiero.
El ceño del chico se frunció despacio, como si fuese a cámara lenta. La miró durante unos segundos y luego comenzó a reírse, uniéndose los dos en una sonora carcajada.

-Quizás no te estaba pidiendo un mechero -elevó una ceja y una sonrisa se curvó del mismo lado de su rostro.

-Quizás entonces si tenga fuego. Pero fuego bonito, eh, lleno de fuegos artificiales, chispas, mimos, ternura, gatitos y esas cosas que te hacen brillar los ojos con ilusión.

-Quizás seas entonces la chispa que llevaba esperando toda la vida que me prendiese. 

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